"Qué semilla que plantó", comentó un tipo de unos 35 años mientras hacía la cola sobre calle Rivadavia para despedir a Néstor Kirchner, cuando una columna de pibes, pasó por su lado entonando el Himno. Eran medio centenar de jovencitos y adolescentes que cantaban con los brazos en alto y los dedos en V, que llevaban banderas argentinas, de la JUP y la JP, que a paso decidido se instalaron al final de la fila y comenzaron a cantarle, con esa mezcla de confianza y cariño, su amor "al pingüino" y a Cristina.
Al instante se sumaron otros cientos: chicos, veinteañeros y jóvenes que esperaban desde hacía horas en la extensa hilera humana hacia el salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada.
Era la medianoche y la multitud que despedía al líder era joven. En la Plaza de Mayo, en las calles de alrededor y en la multitud avanzaba de a pasitos en la columna humana, sobresalían los más jóvenes: ellos, la semilla plantada por Néstor, coparon la noche para despedir al conductor.
Publicado en Diagonales el sábado 30 de octubre pasado.
Acá, 10 segundos en una crónica de Gonzalo sobre la despedida
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