Su madre fue asesinada en 1984. Alguien le asestó más de 20 puñaladas y dos balazos. El caso sigue impune. Su padre fue acusado y absuelto por el crimen. Falleció en 2009, solo. "Mi viejo se murió sin saber quién fue", dice Julián.
Julián Pippo en la Alcaidía Departamental II de La Plata |
Julián Lautaro Pippo tenía seis años el 9 de julio de 1984, cuando su madre, Aurelia Catalina "Oriel" Briant fue asesinada de un disparo en la cara y más de 20 puñaladas en el cuerpo. "De mi mamá no me acuerdo nada. Yo a ella no la disfruté y cuando la veo en una foto, veo una mujer y no puedo decir esa es mi mamá", murmura. Ese crimen impune conmocionó a la sociedad en los primeros años de la primavera democratica y quebró su vida. Aquella muerte que tuvo como sospechosos a su padre, el profesor de literatura Federico Pippo, su abuela y sus tíos; también desarticuló a la familia. A poco de cumplirse treinta años de ese episodio que ocupó las primeras planas de los diarios y mientras está detenido acusado por robo a mano armada y posesión de drogas, el anteúltimo de los cuatro hijos del matrimonio Pippo-Briant, admite que está solo, que no ve a sus hermanos y por primera vez proclama la inocencia de su padre.
Mientras habla en un salón de usos múltiples de la Alcaidía
Departamental N°2 de La Plata, a Julián Pippo lo asalta la soledad, la
incertidumbre por la causa judicial que lo mantiene preso; una
necesidad de superar la adicción al crack y cierto velo de angustia por
no ver a su hijo de diez años que vive con su madre de la que se separó
hace seis años, en Campana.
Está preso en esa cárcel para procesados ubicada a metros de la
Unidad Penal N°9 desde el 13 de septiembre pasado, cuando la policía lo
detuvo en la periferia platense. Asegura que tiene pocos recuerdos del
homicidio de su madre pero vive con una certeza. Afirma que su padre no
la mató.
"Mi viejo es inocente. Estaba durmiendo con nosotros en la casa
matrimonial de City Bell cuando pasó lo que pasó. Y cuando fuimos al
otro día para la casa de mi abuela a buscar a mi hermano Christopher,
que se había quedado allá con mi mamá, nos dijo que mamá se había ido a
la panadería", cuenta Pippo en la entrevista con Tiempo Argentino.
Su hermano Christopher es el menor de los cuatro. Tenía tres años
cuando Oriel Briant, de 37, se separó de Federico Pippo. Y el día que la
mataron estaba con ella en la casa de su madre. En ese lugar lo
encontró un policía y una vecina llorando y pidiendo por su mamá
ausente. Cuatro días después, la profesora de inglés fue hallada en una
arboleda a la vera de la ruta 2, a la altura del kilómetro 75, con un
disparo en la cara y una veintena de cuchilladas, la mayoría asestadas
en la zona genital.
El llanto de Christopher fue el inicio de uno de los más resonantes
casos policiales que persiste irresuelto. Federico Pippo, un profesor
de literatura española que pertenecía a la Bonaerense, fue detenido poco
tiempo después y permaneció tras las rejas poco más de un año. Fue
apresado junto a su madre, su hermano y un primo. Se los conoció como
"El Clan Pippo", pero todos fueron liberados al poco tiempo y
sobreseídos cuatro años más tarde.
"Mi viejo no tenía ni idea de qué fue lo que pasó. Se murió sin
saber quián fue. Lo que él siempre me decía es que había algo de
política metido en el medio. Y es que nadie sabe quién fue el que la
mató”.
–Todo el mundo cree que Pippo era culpable. La gente lo condenó a pesar de que la justicia lo sobreseyó.
–A mi no me interesa. Yo ya sé que todo es mentira. Porque es
cierto que lo señaló todo el mundo para decir que fue él, pero cuando
salió absuelto nadie lo señaló para que le devuelvan las cosas, para que
se haga justicia con él.
–¿Cómo se sigue después de una cosa así?
–Eso no se procesa. Te queda una bronca que no sabés qué hacer.
Porque no es sólo que mataron a mi vieja y no se sabe quién fue, sino
que también lo acusaron a mi viejo, salió sobreseído y atrás de eso no
se resolvió nada. Un día salió sobreseído y no lo reincorporaron al
trabajo inmediatamente. ¿Por qué no lo indemnizaron por haberlo tenido
un año y pico en cana? Lo separaron de su familia durante un año y
pico. Le habían matado a la mujer, salió libre de culpa. En cierta
manera le cagaron la vida a mi viejo también, porque él esperaba que le
pidieran disculpas, que le devolvieran las cosas y le paguen. El chabón
esperaba que por lo menos le pidieran disculpas o que se hiciera
justicia, y así como cuando lo metieron en cana porque decían que había
matado a mi vieja y todos decían: ‘Pippo la mató’, bueno, que después
dijeran: ‘Pippo no la mató’.
–Tu padre murió en 2009. ¿En ese momento vivías con él?
–Sí, yo lo encontré. Tuvo un paro. Creo que tenía 69 años cuando
murió. Igual, estaba re sufrido y lo que quería era eso: morirse. Porque
ya no podía hacer más nada.
–¿Cómo era tu relación con él?
–Bien. Por suerte nosotros pudimos hablar de nuestras cosas. Le
dije que no había estado en tal momento, en otro. Pero bueno, traté de
comprenderlo por qué no estuvo en algunos años de mi vida. Y lo pude
entender, porque fue un tipo muy sufrido.
–¿Qué recuerdo tenés de Oriel?
–No, de ella no me acuerdo nada.
–¿Nada?
–No, nada.
En la única mesa del SUM de la prisión, Julián apenas puede recuperar de su
madre una idea lejana, la sensación borrosa de haber sido alzado por sus
brazos, los rastros de una caricia. Dice que es nada lo que puede traer
desde el fondo de su memoria.
"No la disfruté y cuando la veo en una foto, veo una mujer y no
puedo decir `esa es mi mamá´. Lo digo porque ella me tuvo en brazos.
Pero incluso cuando era más chico, cuando tenía ocho o nueve años, yo
mismo no me reconocía en fotos en las que estaba con ella".
El miércoles 2, Julián Pippo cumplió 36 años. El más chico es
Christopher. Con él y Tomás, el más grande de los tres varones, vivió
hasta finales de los ‘90 en la casa paterna, un chalet de calle Cantilo
entre 21A y 21B de City Bell. Martina, la mayor de los cuatro hijos del
matrimonio, abandonó la casa a los 14 años y desde entonces vivió con su
tía Denise Briant en Campana.
"Yo viví con mis hermanos, Christopher y Tomás, hasta los 20 años,
cuando tuve el problema con la droga y estuve internado en
rehabilitación un año y pico. Después de eso me fui a Zárate, a la casa
de mi tía Denise. Fui a buscar contención. Estuve bien y cuando conocí a
mi mujer también estuve contenido. Yo me sostuve por mi mujer y mi
hijo. Cuando me separé se me vino todo abajo de nuevo".
La casa familiar es un chalet de tejas rojas a medio caer por el
abandono. Allí todavía vive el menor y, de tanto en tanto, vuelve
Julián. A esa casa fue a buscarlo dos veces la policía: primero el 8 de
septiembre de 2009, porque lo acusaron de un robo en un supermercado
chino; y de nuevo el pasado 10 de septiembre, por otro asalto.
Los hijos de Pippo y Briant fueron las otras víctimas del crimen.
"Mis hijos creen que están bien pero se equivocan", dijo Federico Pippo
al periodista Facundo Bañez la última vez que habló con la prensa.
–¿Cómo siguieron después del crimen de tu mamá?
-Después que pasó lo que pasó, mis dos hermanos más grandes se
dedicaron a estudiar y formarse. Y con Christopher lo único que hacíamos
era vaguear. Fuimos los que menos estuvimos contenidos.
–¿Lograron mantenerse unidos como hermanos?
–No, de chicos no tuvimos contención familiar y como que cada uno
hizo lo que pudo. Y te digo la verdad, no tengo contacto con ellos. Y
con Christopher muy poco, porque yo no estoy viviendo en City Bell todo
el tiempo. Desde que me separé anduve para todos lados. Mi familia es mi
mujer y mi nene.
–Es obvio que el crimen de su mamá a ustedes también les arruinó la vida.
–Qué sé yo. Supongo que ha tenido repercusiones. «
La misteriosa muerte de oriel
El llanto: El 10 de julio de 1984, Aurelia Catalina Briant no
estaba en su casa de City Bell. Un vecino escuchó llorar a su hijo menor
y llamó a la policía.
El cuerpo: Tres días después, el cadáver de Oriel fue encontrado a
la vera de la ruta 2. La habían asesinado de 22 puñaladas (algunas
heridas fueron realizadas cuando ya estaba muerta) y dos disparos.
El clan: El 25 de agosto, el juez allanó un stud en Lobos,
propiedad de la familia Pippo, donde encontraron trozos de hierro y
tierra muy parecidos a los hallados en la escena del crimen. Federico
Pippo, su hermano y su tía fueron encarcelados. Un año después fueron
absueltos.
Pericias: La víctima llevaba medias celestes. Allí había tierra y
hierro idénticos a los del stud de Pippo. Pero eso no constó en el
expediente y la prueba principal resultó nula.
Pippo: un profesor de la vucetich
Federico Antonio Pippo murió el 5 de junio de 2009. Tenía 68 años y
faltaba poco para que se cumplieran 25 años del asesinato de su esposa.
Falleció en el mismo chalet de City Bell que había comprado con Oriel,
con quien tuvo cuatro hijos. Era profesor de literatura española y daba
clases en distintas instituciones educativas de La Plata. Pero desde
antes de conocer a su mujer y hasta 1984 fue docente en la Escuela de
Policía Juan Vucetich.
Había conocido a Oriel en un boliche en 1969, cuando ella tenía 22 y
él 29. Poco después se casaron. Pero el matrimonio fracasó y poco antes
de su asesinato, la mujer se fue de la casa cuando Pippo intentó
herirla con un cuchillo. Para esa época el profesor era visto como un
ser excéntrico. Solía quedarse a dormir en Capital y compartía la
vivienda con uno de sus estudiantes, Carlos "Charlie" Davis, de 25 años,
con quien realizó un viaje de 30 días por Europa y Egipto. El día que
mataron a Briant, la pareja llevaba meses separada. La mujer se había
vinculado con un vecino.
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